“El Astiqueño”, el comedor que nació en la década del ‘70 y es toda una tradición en Valle Fértil’
A un costado de la Ruta 510, conocida en el pueblo como calle Tucumán, a pocas cuadras del corazón de Valle Fértil, yace “El Astiqueño”, el comedor más antiguo de todo el departamento. Fue fundado en 1978 por Domingo Salvador Contrera y hoy, 46 años después, resiste al paso del tiempo gracias a la labor diaria de su hijo Nelson, quien arrancó con apenas 9 años colaborando como mesero y hoy defiende con orgullo, detrás del mostrador, la herencia de su querido “viejo”.
“Cuando era niño ya atendía, ya le ayudaba a mis padres con el negocio. Empezamos con esto del turismo, aprovechando que venía gente de Buenos Aires, Córdoba, de todos lados. El Valle era un pueblo, no había nada. “El Astiqueño” fue el primer comedor que abrió sus puertas. Y nosotros fuimos creciendo junto a él”, cuenta el hijo del fundador, hoy encargado del negocio familiar que en poco tiempo alcanzará medio siglo.
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El restaurante fue idea de don Domingo, quien se enamoró y aprendió de la cocina en su paso por el Ejército Argentino. Desde su juventud fue el encargado de deleitar a su familiares, amigos y hasta grupos de trabajo, entre ellos, los compañeros con los que compartía labores durante la cosecha de uvas. Tenía manos de cocinero, sufridas y con marcas de muchas horas de trabajo, pero privilegiadas al fin.
“Al comedor lo empezó atendiendo él. Era un ranchito y después fue creciendo gracias al turismo. Yo era mozo, mis padres los cocineros. Yo fui aprendiendo, claro. Al principio el plato fuerte era el chivito (el cartel que tienen en la puerta menciona que son los reyes del chivito), pero había otros como las parrilladas, el locro, la carbonada o el machacado; eran recetas de nuestros abuelos, no existía esto del internet”, comentó Nelson.
Mientras “El Astiqueño” iba ganando popularidad, los cuatro hijos de don Domingo y Margarita fueron buscando sus propios caminos. Nelson se fue a la ciudad de joven, pero volvió al tiempo para hacerse cargo del negocio. “El ranchito se empezó a agrandar y empezó a llegar más gente gracias a Dios. Yo pasé a estar al frente, porque mis hermanos tienen sus cosas, la mayoría vinculados al sector de la gastronomía. Nacimos con buenas manos y le hacemos honor a las raíces”, agregó Nelson.
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