Los simbólicos trozos de la vida de Sarmiento hallados al buscar datos de la ciudad colonial sanjuanina
Fue en octubre de 2022 que un equipo llegó desde Buenos Aires para trabajar en la Casa Natal de Sarmiento. El objetivo: desarrollar un proyecto de investigación arqueológica que busca conocer los secretos de la vida y las ciudades en la época colonial. En ese momento, excavaron los jardines de la casona y allí, además de encontrar material para su estudio en torno a San Juan, hallaron varios elementos emocionantes sobre la vida del prócer. Ahora, los investigadores del Conicet regresaron para presentar su análisis y ver la posibilidad de continuar la tarea.
“Soy investigadora del Conicet y mi proyecto se basa en entender la vida doméstica en el país en el periodo colonial, a través de la arqueología urbana. Trabajamos en un equipo de 6 personas, integrado por arqueólogos y un arquitecto, todos de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata. Hemos elegido algunas provincias por sus características singulares, como Catamarca y Santiago del Estero. Y nos interesó trabajar en San Juan porque tiene mucha y muy buena arqueología de diferentes periodos prehistóricos, pero no había tenido tanto desarrollo en lo urbano. Es que, por el terremoto, es muy poco lo que ha quedado y está todo muy fragmentado”, cuenta a Tiempo de San Juan, Ana Igareta, encargada del proyecto.
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Y agrega: “Nosotros buscábamos acá temáticas vinculadas a los siglos XV, XVI y XVII y empezamos la difícil tarea de rastrear en el casco histórico construcciones coloniales en pie. En ese rastreo nos enteramos que la estructura original de la casa en que nace Sarmiento, la casa que manda a construir su madre, corresponde plenamente al periodo, porque se empieza a construir en 1799, 1800. Entonces nos relacionamos con la gente del Museo Casa Natal, que siempre nos recibió muy bien, para estudiar en ella la dinámica doméstica organizada alrededor de la arquitectura. Nuestro interés no pasa por la historia de Sarmiento, sino que, tomamos a su familia como ejemplo de una familia sanjuanina típica de la época”.
En ese contexto, el grupo inició su tarea estudiando la arquitectura de la casona y, de hecho, en el medio se vinculó con un equipo de la Universidad Nacional de San Juan que también investiga en el lugar. Al respecto, Igareta asegura, “nuestro interés es arqueológico, el de ellos, arquitectónico. Tienen el fin de planear cómo mantener el Monumento por las patologías propias de los sismos y el paso del tiempo. Fue muy interesante haber trabajado articuladamente en algunos aspectos”.
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Luego, surgió la idea de avanzar en los alrededores del edificio, el jardín y el fondo. Fue entonces, que llegó el momento de la excavación. “La intención es entender cómo funcionaba el uso del espacio urbano. En este caso, la familia Albarracín Sarmiento es un ejemplo, se conservó el monumento porque ahí nació Sarmiento, pero la familia antes de tener un hijo que fue Presidente y Gobernador, era una familia que tenía un nene que jugaba en el espacio de su casa, esa es la maravilla, la de la vida doméstica de esa gente que era la vida de un montón de sanjuaninos y que permite entender el funcionamiento de la ciudad”, cuenta la especialista.
Los resultados de la investigación, entre acequias y pizarras
En medio de las excavaciones en la Casa de Sarmiento, lo primero que surgió fue el vínculo de la vida sanjuanina con las acequias. “Las excavaciones que hicimos nos permitieron ver cómo gran parte de la vida doméstica de la familia transcurría en el patio de la casa, sobre todo teniendo en cuenta el clima. Vimos cómo influían las limitaciones del ambiente con respecto al agua y cómo la acequia estructuraba la vida doméstica, para regar, mantener a los animales, lavar. Incluso las acequias van a tener otras funciones, como el espacio para tirar la basura, algo que condicionó también a las enfermedades de la época y a la ciudad misma”, explica la investigadora.
Y agrega: “No hay muchas ciudades del mundo que hayan tenido a acequias en el corazón de las manzanas para que todos los terrenos tuvieran acceso a ellas. Eso es lo que tenía San Juan antes de que las acequias se muden al costado de las manzanas. Durante esa excavación apareció también algo que no esperábamos, que parecía como una pequeña superficie supermodesta, con un consolidado de ladrillos molidos y cenizas, que pensamos que era un lugar de trabajo. La gente se paraba sobre él para hacer labores, como lavar la ropa o las ollas, sacar agua o bañar a un nene, sin embarrarse”.
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En cuanto a objetos, la investigadora sostuvo que encontraron elementos muy fragmentados, principalmente debido a los movimientos del suelo por los terremotos. “Todo lo que había parece mucho más fracturado que en otros lugares”, reflexiona.
“A veces uno espera encontrar cosas espectaculares para mostrar. Pero en la Casa de Sarmiento, lo que marca la historia son pequeños fragmentos y la modestia que mantuvieron la familia y este hombre a través del tiempo. Es hermoso”, Ana Igareta, investigadora del Conicet.
Sin embargo, cuenta: “Hay algo que nos pareció muy interesante. Nosotros veníamos de excavar la casa de Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires. La cantidad de objetos de lujo que sacamos de ahí, no tiene nombre, es lógico, porque era el tipo más rico de Argentina. Lo que nos llamó la atención acá, en la casa de Sarmiento, es la modestia extrema que se mantiene a lo largo de toda la vida de esta familia. El hombre fue Gobernador de la provincia, Presidente de la República, y no aparecen objetos de lujo en su casa. La basura es la basura de una familia modesta, lo cual para mí es enormemente significativo. Los objetos son pocos, muy fragmentados y baratos. Aparecieron fragmentos de loza inglesa de uso popular en Argentina durante todo el siglo XIX, y eso habla de una conducta familiar”.
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Para finalizar, confía: “Apareció algo que para mí es lo que tiene más valor simbólico y que nos emocionó. Se trata de fragmentos de pizarra infantil, las pizarras que se usaba para dar clases. No deja de ser la Casa de Sarmiento, el lugar en que funcionaba la escuela donde él y sus hermanas enseñaban. Son trozos de esas pizarras que eran individuales, con marcos de madera, que usaba cada chico para escribir antes de que comenzara a usarse el papel. Que, además, ingresa a la Argentina a mediados del siglo XIX, durante la administración de Sarmiento. O sea, es parte de la historia, de la persona que definió los mejores parámetros educativos del país y este objeto marca una forma de enseñar leer y escribir. El simbolismo de ese objeto es especial”.
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