Cómo es hoy la “venta por catálogo”, el trabajo que supo ser de gran ayuda a la economía de las mujeres sanjuaninas

Cómo es hoy la “venta por catálogo”, el trabajo que supo ser de gran ayuda a la economía de las mujeres sanjuaninas

En el pasado era común al entrar en algún almacén de barrio, en la reunión familiar, en algún escritorio de alguna oficina o el banco de un curso de secundaria o facultad toparse con algún libro donde se podría comprar perfume, maquillaje, bijou y variedad de productos. Distintas marcas, pero todos bajo la misma modalidad: la venta por catálogo. En tiempos de virtualidad, esta modalidad de trabajo supo adaptarse y sigue más vigente que nunca.

La venta por catálogo es sencilla, por un lado, pero tiene su parte complicada por el otro. Depende básicamente de la voluntad de la revendedora, que a su vez tiene una líder o coordinadora, que es quien la guía en los primeros pasos

Gisela tiene 47 años y lleva casi 15 años dedicada a la venta por catálogo. Maneja varias marcas entre ellas Natura, Avon, Bagués y Arbell, bastante conocidas. Se define a sí misma como “coordinadora de ventas”; porque sostiene que es lo que hace no solo con los catálogos, sino también con otro tipo de productos que ofrece.

Inició casi sin darse cuenta. Primero compraba para ella, pero luego comenzó a ofrecer a amistades y familiar, y con dedicación fue sosteniendo la actividad. Hoy en día maneja diversos grupos que coordina, y se toma con distintas situaciones. “Con el transcurso del tiempo he perdido dinero con gente irresponsable. Esto para mi es un trabajo, tanto la coordinación como la venta en sí. Hay que verlo como un trabajo, no como un hobbie. Es importante que entiendan que es un trabajo, que la responsabilidad es importante, tener orden a la hora de cobrar. La persona tiene que ser responsable y transmitir la misma responsabilidad a quien encarga, porque si no se genera una deuda que traslada luego a las coordinadoras y es una cadena”, comenta.

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Si bien en su momento “los libritos” fueron de ayuda sobre todo para las mujeres que veían en ellos un ingreso extra sin tener que dejar sus trabajos o sus familias, Gisela comenta que hoy en día no hay tanta demanda de revendedoras como se quisiera. En parte porque no hay interés, en parte por la falta de responsabilidad a la hora de asumir el compromiso de vender, pero también hay quienes no comprenden el mundo detrás de los pedidos y el encargue, por lo que, tras una primera Campaña, deciden darse de baja.

La principal masa de vendedoras son mujeres, pero hay también hombres como personas de la Comunidad LGBTIQ+ dentro de los grupos de ventas. La mayoría de edad presente supera los 30 años, aunque hay jóvenes que están dedicadas a la venta bajo esta metodología

Gabriela tiene 30 años, vende Violetta hace bastantes años y transita su segunda campaña con Gigot. “Comencé a vender porque con la ganancia que me daba podría comprar cosas para la casa y no tenía que sacar plata de mi bolsillo”, comentó.

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Sostiene que la ganancia depende de la cantidad de ventas que se haga por campaña, por lo que hay algunas que son buenas y otras no tanto. “Mi ganancia la gastó en los productos que vienen en el libro” asegura.

Ailén es más chica. Tienen 22 años y es bastante nueva en el rubro, ya que lleva tres meses dedicada a la venta, aunque proviene de una familia donde es habitual este tipo de actividad. Similar a varias personas, inició ante la necesidad de un ingreso extra de dinero, por lo que la ganancia sabe que dependerá del tiempo que le dedique a ofrecer el catálogo y conseguir clientes.

La venta en tiempos modernos y lograr una clientela que pague

Si bien el libro físico sigue existiendo, cada revendedora debe comprarlo si desea ese formato. Las marcas se han actualizado y ofrecen los catálogos en formato PDF o accediendo a un link, haciendo la difusión sea más sencilla.

Gracias a esta modalidad, se puede llegar a más clientes, ya que muchas de las revendedoras utilizan el WhatsApp para hacer llegar los catálogos a más personas, acortando tiempos y espacios. Las redes sociales también cumplieron un rol fundamental para la existencia de esta actividad, ya que hay quienes usan Facebook, por ejemplo, para incorporar revendedoras o vender algún producto que fue encargado pero que no se pagó.

Del universo de opciones que se ofrecen, perfumería es lo que más se vende, y en segundo lugar se encuentra el maquillaje. Los accesorios para e hogar o elementos para los más pequeños como loncheras o similar son opciones que despiertan el interés de los clientes.

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Sobre el comportamiento de la clientela, hay para todos los gustos. Muchas veces se encuentran con personas que cumplen o que no se comprometen hasta saber si van a poder contar con dinero el día que llega el pedido; mientras que hay otros que se dedican a encargar y hay que “perseguirlos” por toda la provincia básicamente para que cumplan.

“La mayoría de los que me encargan pagan, pero también tenés algunos que les gusta encargar y soy un poco duro para pagar o no te pagan nunca, pero uno que ya sabe cómo es la movida. Me ha pasado de gente que me encargan y les digo que no llego a hacer el pedido, pero en realidad no les tomo el pedido porque sé que no me lo van a pagar. Uno apenas habla o ve a la gente se da cuenta quien sí y quien no. Son ojos de vendedora”, comenta Gabriela.

Así como está modalidad fue muy popular en los 2000, durante la crisis, sobrevive con el paso de los años. Sea por sumar un ingreso extra o considerarlo como fuente de trabajo única, sigue siendo una alternativa valida a la hora de fortalecer la economía doméstica.

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