La “taimada” que amenazaron con el palo de la inquisición y su escrache a las ricachonas de San Juan

La “taimada” que amenazaron con el palo de la inquisición y su escrache a las ricachonas de San Juan

Esta historia ocurrió hace más de 200 años, cuando en el actual territorio argentino gobernaba el Virreinato del Río de la Plata. Por orden de la corona española, en San Juan se instaló una sede del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición. Jamás funcionó en la ciudad cuyana, pero sirvió para amenazar a las ‘brujas ’ de la época, siendo el caso de la “taimada” uno de los más reconocidos.

El tribunal, que nunca contó con jueces en la ciudad, estaba ubicado en inmediaciones de la esquina de calles Rivadavia y Caseros, y en dicha intersección se encontraba el verdadero temor de los sanjuaninos. En ese lugar, donde actualmente está la plaza Monseñor Orzali, había un gran playón destinado a procesiones políticas -como juramento de intendentes, diputados y concejales- y también pusieron un palo y varias leñas para advertir a las personas que practicaban la brujería.

En San Juan no se conocieron muertes por inquisición, según afirmó el historiador Rubén Guzmán, pero sí hubo una fuerte y violenta amenaza contra una mujer. Domingo Faustino Sarmiento contó este hecho en ‘Recuerdos de Provincia’. El prócer habló sobre una “taimada”, una señora muy pobre, de quien no se conoció su identidad, y que fue acusada por ser una “sectaria del maldito”.

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Esquina de calles Rivadavia y Caseros, actual plaza Monseñor Orzali. Allí estaba el palo de la inquisición.

Esquina de calles Rivadavia y Caseros, actual plaza Monseñor Orzali. Allí estaba el palo de la inquisición.

La “taimada” fue encontrada haciendo curanderismo, tras las investigaciones de la policía de esos años. El caso de embrujamiento dejó perplejos a todas las autoridades. “Se confesó en relación ilícita con el diablo”, expresó Sarmiento en su libro. Fue azotada, golpeada y la amenazaron con quemarla en la hoguera.

La mujer no se quedó callada, para nada. En medio del llanto, soltó la lengua y dijo: “Es bueno que me castiguen a mí que soy pobre! A fe que no han de castigar a Doña Teresa Funes, a Doña Bernarda Bustamante”. También acusó a otras ‘ricachonas’ de la época. Según indicó Sarmiento sobre el relato de la acusada, las señoras asistían los sábados al Campo Santo, donde se practicaban los ritos de la brujería.

La brujería más conocida de la época era el curanderismo, y en muchísima menor medida de magia negra. La brujería más conocida de la época era el curanderismo, y en muchísima menor medida de magia negra.

La acusación de la “taimada” dejó boquiabiertos a todos. Atormentados de escuchar nombres de suma resonancia y también temerosos por cometer lo que sería una grave injusticia, permitieron escapar a la mujer “dejando en muy mal olor, en el concepto de muchos, reputación de aquellas matronas. ¡Qué sabemos, pues, esas cosas tan escondidas!”. Poco se supo de ella. Guzmán contó que su vida había transcurrido con normalidad, sin mayores incidentes.

No era nada fácil acusar a alguien por brujería. En caso de recepcionarse una denuncia en San Juan, el Tribunal debía enviarlo a Chile, luego pasaba por Perú y la última palabra se tomaba en España, manifestó el historiador.

Qué pasó con el palo de la inquisición

Fue en marzo de 1813 cuando la Asamblea Constituyente del Río de la Plata, reunida desde enero para determinar los términos de la independencia y sentar las bases del nuevo Estado, determinó suprimir la Inquisición en todas las provincias de su jurisdicción. Lo sacaron de San Juan y otras ciudades porque se trataba de un símbolo del gobierno español.

Nunca existió un tribunal en el Río de la Plata. Tras la medida, se suprimieron dos comisarías en Buenos Aires y Córdoba del Tucumán -donde pertenecía San Juan-. Durante más de dos siglos había funcionado con dependencia del tribunal del Santo Oficio de Lima.

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