Con la memoria no se debe jugar
Quito a comienzos del siglo XIX, 10 de agosto de 1809, vivió una intentona independentista. Los “patriotas” se levantaron y le hicieron saber al representante de la corona española, que Quito alcanzaba el estatus de Real Audiencia, que desconocían su autoridad.
Un año después, esa cruenta corona, que tenía en los virreinatos de Nueva Granada y Perú soldadesca sanguinaria, despiadada, llegó con sus armas y arrasaron a Quito que, para una población de apenas 25.000 habitantes, los más de 300 quiteños masacrados fue un horror. Cuando en el resto de la región se supo de esta brutal represión Quito alcanzó la referencia de “Luz de América”.
Estos hechos ocurridos hace más de 200 años lucen distantes, pero han quedado en nuestra memoria porque los hemos estudiado y expuesto para entender ese comportamiento humano que niega nuestra supuesta superioridad moral. Horror, espanto, muerte, vidas canceladas en nombre de un poder que arrasa, que solo esta detrás de acumulación material.
Dando un salto, en la década de los ochenta, en el siglo pasado, tuvimos un gobierno de derecha, de matriz social cristiana, que reprimió a sangre y fuego a las manifestaciones del descontento que se acumulaba desde muchos años atrás.
La policía, las fuerzas armadas, patrullaban calles, violentaban universidades, cortes de justicia no pudieron renovarse porque al déspota de turno, León Febres Cordero, no le gustaron los jueces designados.
Hubo desaparecidos, gente torturada, asesinada. Para el año 2007 se conformó una Comisión de la Verdad que constató los hechos horrendos y exigió reparaciones. Parte de las reparaciones era el levantamiento de un Museo de la Memoria, para que, a la usanza de la Argentina, podamos los ecuatorianos también gritar: ¡nunca más!
La Corte Constitucional, luego de las demandas presentadas por organizaciones sociales, estableció como plazo máximo, para el levantamiento de ese museo, marzo de 2024, caso contrario se establecerían sanciones a los funcionarios negligentes e indolentes, la más probable sería la remoción de sus cargos.
Entonces en marzo de este año se anunció la inauguración del museo de la memoria, no en el sitio que una consultoría había recomendado: el SIC 10, sitio que la policía, en los brutales años de represión y muerte utilizó para torturar, desaparecer, asesinar. No, el llamado museo se instaló, y eso se ha ofrecido a la sociedad ecuatoriana, en un subsuelo del propio edificio del Ministerio de Cultura. Un subsuelo, como queriendo invisibilizar lo ocurrido, como si nada habría que reparar, como negacionistas, como si nada pasó en el Ecuador de hace 37 años.
Así de bruta, miserable es la derecha de Ecuador, muy parecida a la de allá, que pretende siempre dejar en la impunidad los actos monstruosos, que pretende negarlos, que cree que una nación solo se construye con sus caprichos, sin reconocer al otro, al distinto, negando derechos a los demás.
El mal llamado museo de la memoria en Quito es una burla, no alcanza ni para sala de exposiciones. No tenemos un 24 de marzo, pero habrá que señalar una fecha, como la que han levantado las mujeres en muchas partes, para que la gente salga, colme plazas y calles y los déspotas, de todo tipo, aun los que se visten de aniñados, escuchen el rugir de la gente y no se pongan a jugar con su memoria.
* Ecuatoriano, comunicador, cientista social y ex vicecanciller de Rafael Correa.
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