Dos de cada tres personas apoyan la marcha universitaria contra la política educativa de Milei | Encuesta especial del CEOP para Página/12: fuerte respaldo a docentes, no docentes y estudiantes
Dos de cada tres argentinos (65,2 por ciento) respaldan la Marcha Universitaria que se hizo el martes pasado y, además, una gran mayoría de la población evalúa como negativa a la gestión educativa del gobierno de Javier Milei. Hay casi unanimidad total de los ciudadanos en la importancia de la educación pública (87,5 por ciento), de manera que eso pone un límite muy marcado a la ofensiva desatada por La Libertad Avanza (LLA). Hay varios interrogantes que quedan planteados. El primero, si la masividad de la movilización constituye o no un punto de inflexión en la relación de la gente con la Casa Rosada. Segundo, si la protesta fue sólo una respuesta a la política educativa o expresó otros rechazos. Y, tercero, cómo continúa el propio conflicto universitario, es decir si la marcha obliga a Milei a sentarse a negociar y cambiar la desfinanciación de las universidades y a la educación pública en general. Hay una cuestión que no es menor: comparadas las dos encuestas realizadas este mes por el CEOP, a principios de abril y, ahora, al final de mes, los encuestados que se consideran oficialistas, por primera vez, están por debajo del 40 por ciento: 39,3 por ciento. A comienzos de mes eran el 43,1 por ciento. Los que se consideran opositores ya trepan al 46 por ciento.
Las conclusiones surgen de la encuesta –especial para Página/12— realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública (CEOP), que lidera Roberto Bacman. En total se entrevistaron 1.200 personas de todo el país, respetando las proporciones por edad, sexo, nivel económico-social y lugares de residencia. Como es habitual, el sistema fue a través de la selección de ciudadanos en las páginas más transitadas de Internet, como Facebook, Instagram y otras. El sondeo se terminó de procesar este viernes 26 de abril.
¿Un punto de inflexión para el gobierno?
El hecho objetivo es que se trató de una marcha de dimensiones inesperadas, en todo el país. Y a esto se agrega que la encuesta del CEOP demuestra que el 65,2 por ciento dice que está de acuerdo con la marcha. Apenas un 33,8 en contra. Si se toman en cuenta los números del balotaje (Milei consiguió el 56 por ciento), parece evidente que parte del electorado del libertario respalda a docentes y estudiantes. Eso quedó claro con sólo ver la dimensión de la marcha en Córdoba, provincia en la que Milei consiguió el 75 por ciento de los votos.
“En una sociedad polarizada, no es fácil encontrar un punto en el que todos están de acuerdo -señala Bacman-. Para casi nueve de cada diez argentinos el nivel de importancia de la educación pública es muy alto. Eso explica que el desfinanciamiento provocó una fuerte reacción. Deja al descubierto el convencimiento de que la gestión de Milei tiene como uno de sus objetivos transformar algo que a los argentinos los enorgullece. La cantidad de gente fue un impacto, fue imposible aplicar el protocolo de la ministra Patricia Bullrich y ahora hay que ver cómo Milei y su equipo interpretan lo que pasó. ¿Es un punto de inflexión para el gobierno? Todavía es prematuro dar un diagnóstico definitivo, pero los puntos de inflexión son multicausales y se caracterizan por la existencia de muchos frentes a resolver”.
Docentes, estudiantes, políticos y gremialistas
El sondeo del CEOP muestra que hay temas en que la sociedad está dividida casi por mitades. Un 49 por ciento se mostró en desacuerdo con que hayan participado dirigentes políticos y gremiales, frente a un 46 por ciento que se manifestó de acuerdo con esas presencias. Tal vez pesó que, a la hora del palco, no primaron las voces de decanos, rectores, profesores y alumnos. Pero eso no tiñó la marcha. Frente a la ofensiva de Milei y su ejército de trolls señalando que era una movilización de la casta o que detrás “de una causa noble” se escondían “los vivos de siempre”, la gran mayoría de los encuestados (62,8 por ciento) sostuvieron que los principales protagonistas de la marcha fueron alumnos y docentes. Esa proporción, nuevamente, deja en claro que parte de los votantes de Milei no se creyeron los argumentos del mandatario.
No es sólo la cuestión educativa
“Siempre es bueno leer bajo del agua cuando se produce un hecho tan fuerte –analiza Bacman–. Nuestro país vive un momento de gran polarización: un fenómeno poco visto en un gobierno con algo menos de cinco meses de gestión. Sin lugar a duda, en este contexto, queda poco espacio para la tibieza. La gestión de Milei no tiene términos medios: o se apoya sin cuestionamientos o se rechaza de plano. Las consecuencias del feroz ajuste aún están presentes en el imaginario colectivo de los sectores sociales que más sintieron su impacto, especialmente los pertenecientes a los sectores socioeconómicos medio y bajo de la sociedad. Y justamente fueron los sectores que en mayor medida se movilizaron el día de la marcha. De manera que, frente a una expresión popular tan notable, subyacen distintas causales que también influyen”.
El consultor sostiene que “Milei ha decidido profundizar su imagen de disruptiva. La disrupción original, la económica, que implicaba la aplicación a sangre y fuego del modelo anarcocapitalista, fue dejando partes en el camino. Se ve en la devaluación de la Ley Bases, por ejemplo. Mientras tanto, el presidente sostiene su imagen de disruptiva desde su discurso, las imitaciones y sus actitudes. La verdad, no son recomendables en el marco de la grieta. Por ahora, están los que lo siguen apoyándolo pese a las consecuencias del ajuste. Pero hay que estar atentos: el tiempo pasa y si la economía no mejora, el panorama puede tornarse turbulento e incierto”.
Lo que viene, lo que viene
La marcha demostró que al gobierno lo deterioran las imágenes de las facultades funcionando a media luz; los decanos diciendo que a fin de mayo no podrán seguir funcionando y, en general, las protestas estudiantiles. Como señala Bacman, en el ambiente sobrevuelan varios conflictos: seguramente el principal estará en la llegada de tremendas facturas de servicios y los aumentos de la nafta, el subte, los colectivos. En la encuesta periódica del CEOP ya se percibe un cambio: la principal preocupación ahora es que “los sueldos e ingresos no alcanzan”, cuando antes ese lugar lo ocupaba la inflación. “La educación pública constituye una reivindicación en sí misma que trasciende holgadamente el esquema de polarización, penetrando en el propio segmento de los que apoyan a la gestión Milei -redondea el titular del CEOP-. Por eso, la marcha rompió la estructura de la grieta, agitó aún más la interna del oficialismo y el pase de facturas estuvo al orden del día. Fracasó el relato basado en argumentos como el adoctrinamiento, la existencia de curros o la influencia de la casta. Eso lo creyó el núcleo duro libertario, pero con eso no alcanza. Parece evidente que va a tener que negociar y aun así se verá”.
Por supuesto está el ejemplo de Chile: el aumento del boleto de subte en 2019, que ni siquiera impactaba en los estudiantes, produjo una revuelta estudiantil que terminó con el gobierno de derecha de Sebastián Piñera y hasta con la convocatoria a Asamblea Constituyente para cambiar la Carta Magna. En un territorio de pasto seco, una chispa inicia un incendio. Habrá que ver el futuro del conflicto estudiantil y de los demás conflictos que constituyen el pasto seco de la Argentina.
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