El bus del croquis: una propuesta bien sanjuanina para dibujar, viajar e inspirar
Aunque a fines de los ’80 Fernando Giúdici era, apenas, un joven estudiante de tercer año de Arquitectura, Urbanismo y Diseño en la Universidad Nacional de San Juan, tuvo una idea visionaria, innovadora: salir a dibujar las inigualables postales sanjuaninas.
En definitiva, “practicar” y también inspirar y alentar a quienes se sumaban a la carrera. Lo pensó y lo compartió con su compañero Charlie Salinas sin imaginar que casi 40 años después aquella idea estudiantil iba a prosperar y a recorrer caminos inimaginados.
Nació así el denominado “Bus del croquis” (Instagram @elbusdelcroquis) que pretendió desde sus inicios croquisar la ciudad, tener registros, compartir la pasión, interactuar con colegas y, especialmente, entusiasmar.
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“Nunca pensamos en un curso, como muchos creyeron en su momento. La idea siempre fue dibujar y encontrarse con pares. A dibujar se aprende dibujando, muchas veces copiando, por eso los sábados nos encontrábamos en distintos lugares emblemáticos de San Juan”, recuerda hoy el arquitecto Giúdici, de 58 años, todo un referente de la carrera de Arquitectura en la UNSJ.
Los integrantes fueron mutando –algunos emigraron a otros países—aunque “El bus del croquis” sobrevivió décadas y hoy, consolidado y con un plantel estable formado también por Leandro Acuña y Carlos Herrera, llevan a cabo lo que bien podría definirse como una misión.
Además de viajar por pintorescas rutas argentinas y de países cercanos como Chile, enfocan su labor en sitios históricos y emblemáticos como viejas estaciones del ferrocarril o bodegas abandonadas: allí sacan sus elementos y comienza la hora del dibujo con un ingrediente maravilloso, el de invitar a vecinos, en general niños oriundos de esos lugares, para compartir una merienda.
“Son tardes de dibujo y apostamos a las zonas rurales, donde nuestra visita es toda una novedad. Llevamos nuestros dibujos, lápices, hojas, chocolatada y algo rico para compartir entre todos. Estamos muy felices con la respuesta que logramos en las dos ediciones anteriores y vamos por la tercera, en Cacheuta”, anticipa.
El puntapié inicial
Fernando recuerda con alegría aquella materia que le dio el puntapié inicial para poner en marcha este proyecto que sigue en pie a pesar de los cambios propios del tiempo.
“Se llamaba Morfología, es decir, el estudio de las formas, y era como una antesala de lo que sería Urbanismo. Comenzamos a tener percepción de las ciudades, a descubrirlas. Incluso la facultad estaba en pleno centro y eso era muy valioso para los estudiantes de Arquitectura”, recuerda.
Lo cierto es que los años fueron pasando y, tras una breve pausa, producto de que muchos egresaban y comenzaban formalmente a introducirse en el mundo laboral, la iniciativa “El bus del croquis”, con nuevos miembros, se retomó. Y los viajes comenzaron a planearse y a concretarse. El primero fue a Mendoza, donde recorrieron la peatonal, plazas, monumentos y otros lugares de la provincia.
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Más tarde siguieron por espacios históricos de San Juan y también se sentaron a dibujar al pie de la imponente Cordillera de los Andes. La dinámica fue siempre dibujar los sábados, advierte.
Eran épocas donde la tecnología prácticamente no existía. Una época difícil en materia económica producto de la hiperinflación de principios de los ’90. “Había que juntar peso a peso para sacar fotocopias a los croquis que acercábamos a cada sitio”, repasa.
“Sin embargo, mucho después, en 2011, tímidamente fueron apareciendo los primeros avances. Fue un antes y un después. Fue allí cuando le dimos un nuevo impulso a la idea junto con Leandro Acuña y la docente Cecilia Acuña”, relata Giúdici, nacido en Mendoza, tercera generación de universitarios y sanjuanino por adopción desde los 19 años, cuando la universidad pública a la que defiende a ultranza le abrió las puertas incluso hasta el día de hoy.
Ya con algo de tecnología como herramienta –una ayuda fundamental—salieron a elaborar más y más proyectos.
En primer lugar, pensaron en la ciudad de San Juan post-terremoto de 1944. Y comenzaron a visitar los edificios “modernos” como la Catedral, los bancos y el Palacio de Justicia.
También recorrieron las calles y presentaron esos trabajos en algunos congresos. Se involucraron con una asociación, participaron de “caravanas gráficas” y hasta conocieron a uno de los máximos exponentes en el mundo de la arquitectura: Frank Ching, reconocido autor de libros sobre arquitectura y gráficos de diseño. Los libros de Ching son muy influyentes y continúan modelando el lenguaje visual en todas las ramas de diseño.
“No podíamos creer que nuestra humilde idea de estudiantes nos haya llevado a tener contacto con esta eminencia. Nos subimos a un colectivo y dibujamos con él, codo a codo, algo así como decir el Messi de la Arquitectura”, grafica.
Las caravanas continuaron sin cesar. “Logramos un presupuesto tras haber presentado algunos proyectos y seguimos viajando por Rosario, Córdoba, Tucumán, la inigualable Ruta 40 y lugares emblemáticos de Buenos Aires como La Boca, el cementerio de La Recoleta, Congreso… en fin, cada tramo era coronado por hermosas muestras”, señala.
Así, también llegaron a pueblos pintorescos de Chile donde dibujar croquis se convertía en un verdadero placer. “Estuvimos en Antofagasta, Atacama y Calama viviendo experiencias únicas”, relata.
Hoy, el placer lo descubren visitando pueblos rurales de San Juan y alentando a los personajes locales a participar, siempre con la premisa de generar una interacción, un enriquecimiento mutuo.
“No siempre es fácil acceder a esos lugares, pero la buena voluntad de la gente siempre permite que podamos lograr algo hermoso. Las redes sociales, a diferencia de las épocas en que iniciamos esto, cuando no existían, hace todo más visible y permite mayor participación”, concluye el profesional, que está casado con Irene Pérez, es papá de Catalina y Chiara y sigue, como siempre, siendo un apasionado de la Arquitectura y el Diseño.
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