La historia de amor de Tota y el pícaro Sultán

La relación entre Tota y Sultán confirma una frase: “El perro es el mejor amigo del ser humano”. Ella es una abuela de 98 años. Tiene hijos, nietos, bisnietos y demás seres queridos, pero solamente uno es su mañoso. Es Sultán, es un perro pekinés que llegó a su vida hace seis años gracias al regalo de una nieta.

“Lo adoro. Es muy pícaro. Para mí es un niño”, contó la abuela mientras abrazaba y besaba a su amada mascota. Ambos fueron protagonista de una historia que se volvió conocida durante el pasado fin de semana en San Juan y generó gran emoción en las redes sociales.

Todo ocurrió durante la siesta del domingo. Tota estaba en su casa en el centro sanjuanino acompañada de su hija Alida y un bisnieto. Los dos, abuela y nieto, estudiaban inglés en el comedor. En un descuido, la puerta de entrada quedó abierta y Sultán salió a la calle.

“¿Y el Sultán?”, preguntó el bisnieto de Tota a su abuela Alida. Al no saber la respuesta, recorrieron la casa y no lo encontraron en ningún rincón.

El pekinés tuvo sus escapaditas. Iba al Centro Cívico o al Teatro del Bicentenario porque le encanta estar en el pasto. Pero la ocurrida el pasado domingo fue la más angustiante para la familia.

“Yo me puse a llorar y gritaba: ‘¡Qué voy a hacer sin el perrito!’”, dijo Tota. “Yo me puse a llorar y gritaba: ‘¡Qué voy a hacer sin el perrito!’”, dijo Tota.

Lo buscaron durante toda la tarde. Mientras tanto, Tota habló con su nieta Antonella, quien acudió a las redes sociales para informar la desaparición del canino.

Finalmente, Antonella lo buscó, ¡y lo encontró! Sultán estaba con “Potoca” Barrionuevo y Ezequiel Eiben. Ellos se comunicaron con la nieta y le informaron la aparición del canino. Más tarde, les agradeció en un posteo.

Cuando el perro escuchó “¡Sultán!”, miró a Antonella y fue corriendo hacia ella. “Venía mojado y con hambre, pobrecito”, contó la abuela.

El reencuentro fue emocionante. Antonella compartió el momento en sus redes sociales y causó ternura en los internautas.

“Ahora tiene un collar, con su nombre y teléfono”, expresó Tota, tras el trago amargo de la desaparición y la emoción de volver a tenerlo entre sus brazos y contar con la fiel compañía de su perrito.

Fabian