Los gobernadores juegan su propio partido con la Casa Rosada | Respaldo en el Congreso y enojo por las promesas incumplidas
“Esto es sálvese quien pueda”. La frase de un dirigente misionero, que responde a Carlos Rovira, sintetiza el devenir de los gobernadores tras la derrota opositora en la Cámara de Diputados. Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gustavo Sáenz (Salta) y Hugo Passalacqua (Misiones), al igual que Martín Llaryora (Córdoba) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe) cedieron a las presiones de Casa Rosada y ayudaron a evitar que el Congreso volteara el DNU que le permite a Luis Caputo refinanciar deuda. Una demostración de fuerza de Javier Milei, que logró ordenar a los mandatarios sin ofrecer mucho más que promesas. Tan confiado está el gobierno libertario de que tiene a los gobernadores bajo control que fuerza el límite, negándose a abrir la billetera de cara al Presupuesto 2025. Sin embargo, el malhumor permea. Especialmente entre el PRO y los radicales, que observan que el gobierno es más generoso con los peronistas que con los aliados, y que amenazan con mostrar los dientes en la recta final del debate presupuestario.
En la última semana, el Gobierno giró poco más de 10 mil millones de pesos a las provincias en conceptos de Aportes del Tesoro Nacional (ATN). Puntualmente a tres: 4000 millones a Misiones, 4500 a Tucumán y 3000 a Catamarca. Estas transferencias discrecionales son poco más que un vuelto para la Nación, pero explican el vínculo que la Casa Rosada aprendió a tejer con algunos gobernadores peronistas en un contexto de ajuste. Es casi una postal de los acuerdos políticos que le permitieron hacer fracasar la sesión del martes pasado. Jalil, por ejemplo, bajó a sus cuatro diputados, que integran el bloque de Unión por la Patria, para hacer tambalear el quórum: a su ausencia (anunciada) se le fueron sumando otras (no anunciadas) que derivaron en un derrotero de bajas que obligó a la oposición a suspender la sesión.
El caso de Jalil es paradigmático porque, a diferencia de lo que ocurre con Jaldo (que rompió con UxP hace meses y se mueve como el más libertario de los libertarios), el catamarqueño viene evitando el cisma. Y uno de los motivos es su propia esposa, la diputada Silvana Ginocchio, que sostiene una participación muy activa en el bloque, colaborando en las comisiones y las conferencias, así como también participando de todas las reuniones. “Ginocchio es una militante del bloque”, reconocen varios de sus compañeros, entre los cuales, sin embargo, no faltaron quienes pidieron su cabeza.
Es una melodía repetida, que resuena cada vez que los catamarqueños se ausentan misteriosamente en una votación contra el Gobierno (como la de la Ley de Financiamiento universitario). Hasta ahora, sin embargo, en UxP ha predominado la postura de no echar a nadie. “Los gobernadores juegan lo personal, es así. Nadie los va a invitar a irse, se irán solos en todo caso, pero es mejor que estén adentro”, reflexiona un diputado que responde a otro gobernador peronista y que se irrita, como todos los que responden a Sergio Ziliotto, Gildo Insfrán o Ricardo Quintela, con los diputados que no se animan a pagar el costo en el recinto.
Quintela, incluso, maniobró el día de la votación en Diputados para intentar convencer a Jalil y Sáenz de que dieran quórum. No funcionó, pero se mantuvo en contacto durante todo el día con Cecilia Moreau, buscando ratificar así su permanencia en UxP pese a las rispideces con Cristina Fernández de Kirchner por la pelea por la presidencia del PJ.
“Los gobernadores tienen que tener relación con Casa Rosada, por eso decíamos que un gobernador no puede ser presidente del PJ”, picantean desde el Instituto Patria. Ya CFK había cuestionado con dureza a Jaldo y Jalil después de la votación por la insistencia de la ley de presupuesto universitario, cuando ambos se movieron para blindar el veto de Milei, pero en esta ocasión optó por el silencio. No solo eso, sino que definió viajar a Santiago del Estero para encabezar un mega acto por el Día del Militante junto al gobernador Gerardo Zamora.
Zamora fue siempre un equilibrista en su relación con el gobierno libertario. No acompañó la Ley Bases, pero viajó a Tucumán para firmar el Pacto de Mayo (que se terminó haciendo en julio). Necesita obras, como la mayoría, y La Libertad Avanza siempre intentó convertirlo en un aliado como Jaldo o Jalil, aunque sin mucho éxito. Es un gobernador clave porque, a diferencia de sus pares, posee el control total de las bancas santiagueñas: tiene, en total, siete diputados que le responden directamente. Quedó, incluso, en el ojo de la tormenta el martes pasado, cuando dos de los santiagueños que integran el bloque UxP se ausentaron sorpresivamente para la votación. Hubo especulaciones respecto que había sido un guiño hacia el gobierno, pero en UxP lo negaron tajantemente: ambas ausencias habían estado motivadas por cuestiones de Salud. “Y les creemos más que a otros”, zanjó la discusión una de las dirigentas encargadas del poroteo. Zamora había cumplido.
La rabia de los gobernadores no peronistas
Los gobernadores radicales y amarillos ven los ATN y gritan, enfurecidos. Algunos, como Ignacio Torres (Chubut), salieron furiosos de la última reunión en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), en donde se habían juntado para unificar una serie de reclamos de cara al debate por el Presupuesto. Se veían engañados por el Gobierno, a quien habían salvado de la sesión opositora solo para, después, darse de frente con que Milei seguía resistiéndose a soltar fondos para las obras. Había algunos, como Rogelio Frigerio, que habían trabajado activamente para hacer fracasar la sesión y que veían, ahora, que no había predisposición del Gobierno para resolver algunas cuestiones cruciales, como la transferencia de las cajas provinciales. Frigerio, sin embargo, podía celebrar ser uno de los principales beneficiarios de los ATN de Milei, pero el resto no podía decir lo mismo y, al cierre de la semana, la mayoría dejaba trascender que no firmaría el dictamen del Presupuesto.
“Se enojaron porque bajaron la sesión gratis y los cagaron. Están en punto muerto y ahora quieren que nosotros hagamos de nuevo de policías malos”, mascullaba, irritado, uno de los armadores de Encuentro Federal, el bloque pichettista que encabezó la sesión opositora y que, a último momento, se desayunó que mucho de los gobernadores que representaban -como Martín Llaryora- habían decidido ordenarles a sus diputados que no dieran quórum. De momento, la decisión de los gobernadores no peronistas más enojados -Llaryora, Torres, Frigerio- es volver a jugar de duros, a la espera de que el Gobierno ceda en algunos de los puntos que consensuaron en la última reunión del CFI. Estos son: las cajas previsionales, la coparticipación del impuesto a los combustibles líquidos y el reparto equitativo del fondo de ATN, entre otros.
Son los únicos que buscarán ir a la guerra la próxima semana – además de los peronistas más opositores, que ya definieron que no votarán el Presupuesto del gobierno -, ya que Jalil, Jaldo y Passalacqua están finalizando las últimas negociaciones y se aproximan a firmar el Presupuesto. La incógnita será si, cuando llegue el momento, se sublevarán al gobierno o aceptaran la máxima que más se repite por el Congreso en las últimas semanas: “Un mal Presupuesto es mejor que ningún Presupuesto. Poco es mejor que nada”.
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