Milei y su fijación anal: Lo que te da terror
Los muchachos se juntan a hablar el viernes por la noche, en las vísperas del día del amigo Ale entrevista en su canal de streaming al Javo. Son camaradas, uno es conductor y el otro Presidente y ya llevan un largo tiempo siendo amigotes y construyendo un código común de adulación mutua. La charla no tiene nada de novedoso, la visita de Javier Milei a Alejandro Fantino es una rutina predecible. Lo llamativo es cómo viene escalando una fijación presidencial a la que vale la pena prestarle atención: terror anal, pánico sexual o puritanismo, son los lugares en los que el mandatario siempre encuentra una buena metáfora para decir lo que está mal.
Ya lo pudo expresar públicamente hace algunas semanas cuando aceptó el regalo de otro amigo, Jair Bolsonaro, que le entregó una medalla que entre otras cosas premiaba su antihomosexualidad, es decir su capacidad de ser un varón al que -en palabras del entregador del premio- “no se la meten por atrás”
Ana Carolina es una comediante local que hace espectáculos de stand up en el under porteño, las veces que la fui a ver, la gente se divertía y se reía mucho. En uno de sus últimos shows preguntó al público quién alguna vez se había metido el dedo en el culo. La gente hizo silencio y se rió por lo bajo, como cuando a les niñes les descubren haciendo alguna travesura. Después de la incomodidad pasajera de la mayoría de quienes estábamos allí, la comediante invitó a que las personas que estaban en su show volvieran a sus casas y probaran meterse aunque sea la puntita del dedo meñique en sus culos. “Por ahí lo que siempre te dijeron que no tenías que hacer porque estaba mal, te termina gustando. Y eso puede ser profundamente anticapitalisa”, decía en el remate.
En la charla con Fantino Milei sumó una línea más al glosario que tiene para explicar con metáforas sexuales -y específicamente anales- lo que está mal. Que bancos y financistas quisieron “meter el dólar en 1800 por ciento y les dejamos el culo como un mandril, por eso están calientes”, le dijo a su amigo el animador golpeando el puño sobre la mesa.
En el relato que construye el Presidente, no cabe ni remotamente la posibilidad de que las prácticas sexuales que incluyen el culo propio puedan ser disfrutables, eso se da por descontado. Al contrario, está puesto únicamente al servicio de una victoria sobre el contrincante, como bien lo dicta la jerga futbolera. Pero ¿por qué empecinarse en profundizar en esta tradición arraigada en que el macho es el que “no se la deja poner”? ¿Se busca que sea cada vez más difícil discutir la moral sexual cuando en nombre de la libertad se vuelve todo muchísimo más conservador?
La saga del culo viene rankeando: el mes pasado, para enfriar un poco la llegada formal de Federico Sturzenegger al gabinete, Milei advirtió que “nadie le va a tocar el culo a Caputo acá, si no le corto la mano”. Se refería a la tensión entre el ministro de Economía y el ministro de Desregulación y Transformación del Estado. Una vez más, la forma de ilustrar su defensa acérrima hacia Caputo era cuidando que nadie le toque la cola.
Un poco más atrás en el tiempo, en marzo de este año, el Presidente participó en el Foro Económico Internacional de las Américas y dijo en relación a la intervención del Estado en la economía de los privados: “No necesitamos un burócrata metiendo el dedo en ningún lado, porque ya saben donde termina el dedo, y más que el dedo termina siendo el brazo“. Para el Presidente el “fisting” también está en la inmensa lista de prácticas sexuales que -si hubiese un Ministerio de sexualidad- estarían prohibidas.
En definitiva, parece que el protagonismo del culo no es cosa de la gestión, Milei viene con esta tendencia desde hace rato. En 2018 fue invitado por el mismo Fantino al programa Animales sueltos, a la hora de entrar en el tema de impuestos y programas sociales aprovechó el programa de su amigo para responderle a Prat Gay, quien había dicho que Milei no tenía sensibilidad social por no querer invertir los impuestos en programas sociales: “Vos no podés hacer caridad con mi bolsillo, porque con el culo ajeno somos todos putos”, respondió quien todavía no había llegado a la banca de diputados.
Con esta cruzada por el terror al ano, Milei no hace más que escabullirse en una moralina que nada tiene de libertad, sino todo lo contrario. Gabo Ferro tiene una canción que dice “lo que te da terror, te define mejor”, un punto para la poesía del entrañable autor y ninguno para el hacedor de metáforas pasadas de moda.
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