Murió Víctor Legrotaglie, leyenda del fútbol mendocino: el día que brilló ante el Santos de Pelé y su amistad con Locche
El fútbol argentino está de luto por la muerte de Víctor Antonio Legrotaglie, una leyenda del fútbol mendocino que dejó una huella muy marcada en la provincia hasta el punto de tener un estadio a su nombre, donde hace de local Gimnasia y Esgrima de Mendoza, uno de los grandes amores en su vida dentro de este deporte.
Según precisó el medio local Los Andes, el símbolo del deporte mendocino había sido internado durante las últimas horas por una neumonía en el Hospital El Carmen de Godoy Cruz, lo que había deteriorado su salud. El hombre de 86 años, según especificó el Diario Uno, también había sido diagnosticado con Alzheimer en el último tiempo. Su reciente entrada al centro de salud había tenido lugar el pasado miércoles por problemas respiratorios.
En redes sociales, Gimnasia y Esgrima de Mendoza se despidió de su principal emblema, quien llegó a jugar contra el Santos de Pelé y rechazó al Real Madrid: “Este sábado 30 de Marzo, el más grande de todos los tiempos, Víctor Antonio Legrotaglie, pasó a la inmortalidad. Te amaremos eternamente, Maestro. Desde ahora alentarás desde la tribuna más alta de nuestro estadio que lleva tu glorioso nombre”.
A continuación, Godoy Cruz lamentó su partida en una publicación de su perfil oficial de Twitter: “Lamentamos profundamente la pérdida física del Maestro, el gran Víctor Antonio Legrotaglie. Acompañamos a familiares, allegados y a toda la familia blanquinegra en este momento. Por siempre en el corazón de los hinchas del buen fútbol”.
LA HISTORIA DE VÍCTOR ANTONIO LEGROTAGLIE
“¿Que por qué me dicen Patón? Es que calzo 42 y mirá el lomo que tengo. Era para que la pelota agarrara un buen chanfle. Y el apodo Calzoncillo me lo pusieron cuando se enteraron de que no usaba ropa interior para jugar. Y tampoco cuando usaba traje… Se me hacía más cómodo, era una costumbre”, le había dicho Víctor Legrotaglie a Infobae durante aquella entrevista en 2019 que se realizó en una de las plateas del estadio de Gimnasia y Esgrima de Mendoza que lleva su nombre.
El Víctor, como se lo conocía popularmente, es una de las grandes glorias del fútbol mendocino. Los más pibes retrucarán con nombres como los del Pity Martínez, Enzo Pérez o los hermanos Funes Mori, pero quienes pudieron verlo en cancha no dudan en señalarlo a él.
Fue dueño de una zurda deliciosa, un tirador de caños compulsivo, provocador e insolente con el balón. Aquel día charló con este medio y recorrió toda su trayectoria y anecdotario, incluyendo las ofertas del Real Madrid e Inter de Milán que rechazó, el amistoso que jugó contra el Santos de Pelé y su estrecha relación con Nicolino Locche. ¿Más? Cuenta con un récord que seguramente ni Lionel Messi pueda batir: registró 12 goles olímpicos.
A los 17 años debutó en la primera de Gimnasia y Esgrima, convirtiéndose rápidamente en uno de los futbolistas más destacados. Integró una recordada formación a la que llamaban Los Compadres, que contaba con el Bolita Sosa, el Polaco Torres y el Cachorro Aceituno como bastiones. Legrotaglie era el director de orquesta de esa escuadra que, según cuentan, tenía el tiki-tiki del Barcelona de Josep Guardiola.
Relatan los hinchas más fanáticos del Lobo que estuvieron presentes en cancha de Godoy Cruz en marzo del 64, el día del amistoso del Tomba contra el Santos de Pelé, que los brasileños no podían creer -ni detener- las combinaciones de El Víctor, quien había sido cedido para la ocasión, junto con Aliendro. Los visitantes se llevaron un 3-2 ajustado a favor y O Rei le echó el ojo al número 8.
“Pelé es un tipo fenomenal. Quizá se pensó que nos iban a hacer cinco goles pero nada que ver, fue muy parejo. El Negro es un jugador que no se puede comparar con nadie. Es preferible decir que fue un genio y no compararlo con Maradona y Messi. Son todos iguales”, opinaba por entonces el Patón. Y se daba el autopase para aportar detalles de su negativa rotunda al Cosmos en el que militaban Pelé y Beckenbauer.
El equipo norteamericano no fue el único que quiso llevárselo: “Me buscaron de todas partes. River, Boca, Inter de Milán y el Real Madrid, que vino con su presidente a decirme que tenía todo arreglado. Yo nunca me quise ir de acá, ganaba mucha guita y tenía todo, incluso a mi novia de los 11 años. No podía despegarme. De Gimnasia no me iba ni aunque me ofrecieran lo que quisiera”. En los años 60 y 70, Legrotaglie era una de las grandes celebridades y se daba algunos gustos nocturnos. Según él, “había que disfrutarla también”.
Y un integrante de su barra, vecino de su Las Heras natal, era el boxeador Nicolino Locche. Al Intocable no le gustaba el fútbol pero se rendía ante los firuletes de El Víctor. “Éramos amigos de muchos años. Yo también lo fui a ver a todos lados, incluso entrenaba y guanteaba con él. Era algo espectacular… ¿Sabés cómo me dejaba la cara? Y eso que apenas me tocaba”, reconoce. Hasta llegó a viajar a Buenos Aires, Córdoba y otras provincias para observarlo arriba del ring.
Cuando daba sus primeros pasos, realizó una prueba en Independiente de Avellaneda, club del que se hizo hincha por su estilo futbolístico y paladar negro. Jugar en el Rojo quedó como cuenta pendiente, aunque en el momento en que le advirtieron que iba empezar en Reserva, armó las valijas y se volvió a Mendoza sin titubear. El único equipo porteño que consiguió convencerlo fue Chacarita, por medio de un préstamo con una alta opción de compra. A través de sus ojos, refleja su memoria: “Fue lo máximo, tan lindo… Increíble. Los hinchas me han llevado en andas. Pero extrañaba mucho y regresé”.
El nombre del mendocino se codea actualmente en las estadísticas con Lionel Messi. Y ante cada gol de tiro libre de la Pulga su apellido vuelve a resonar: marcó 66 por esa vía, misma cantidad que el brasileño Ronaldinho, uno más que el inglés David Beckham (65) y cuatro más que Maradona (62). Solo es superado por el brasileño Juninho Pernambucano (77) y Pelé (70). ¿Messi? Suma 65.
“A los referí les decía ‘tranquilo, vos contá los pasos de la barrera que este te lo dedico a vos’. Los jodía, era piola. Y después la enchufaba”, saca pecho el zurdo, que afirma que disfrutaba más tirando caños que haciendo goles. Tenía debilidad por la estética.
La comba de su disparo era una daga al corazón del arco del oponente. No por nada también ostenta el récord de 12 goles olímpicos, marca que en Gimnasia buscan homologar oficialmente a través de la FIFA. “Ojalá esos goles sirvan para siempre. Messi hace de todas las formas posibles y tiene muchos récords, que este me lo deje a mí”, bromeaba en aquellos días.
El cemento de las tribunas del estadio Víctor Antonio Legrotaglie fue testigo u oyó alguna vez alguna de sus historias que se transformarán en leyendas. Como la tarde en Tucumán en la que los hinchas de San Martín le tiraban naranjas y él empezó a bajarlas de pecho y devolverlas con el taco hasta cambiar insultos por aplausos. O como la noche en la que desafió a un compañero de equipo durante un partido de liga a darle un pelotazo a un fotógrafo que se ubicaba muy cerca del arco rival. O el baile que Gimnasia le pegó a San Lorenzo en el Viejo Gasómetro por el Nacional 71, con goleada 5-2 incluida, que llevó al árbitro a decirle en voz baja que no se iba a hacer responsable de las patadas que podían comenzar a volar.
El Maestro mantenía una ilusión vigente: ver en Primera División a su querido Lobo. “Acá soy recontra feliz. Es mi lugar en el mundo. Donde siempre seré recordado”. Su platea guardará por siempre su legado.
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