Paty ya descansa eternamente en el Mercedario
Una ceremonia íntima en medio de la imponente Cordillera de los Andes marcó el último adiós de Paty Altamirano, conocida como la Guardiana del Mercedario, quien finalmente descansó en la montaña que tanto amó.
Paty Altamirano falleció a los 20 años en marzo de 1981, y su cuerpo fue hallado en enero de 2023 en el Cerro Mercedario. En un emotivo acto, su hermana Corina Altamirano, acompañada por algunos de sus hermanos y montañistas, llevó sus cenizas hasta la cima. El sábado 25 de enero, a las 12:30, el grupo eligió el lugar exacto donde depositaron las cenizas de Paty, a unos 5.300 metros de altura, siguiendo la ruta conocida como del Inca, que conduce a la cumbre del Mercedario.
Corina relató a Diario 13 que, junto a su hermana Silvia y al grupo tucumano de montañistas CerrosTuc, participaron en este significativo homenaje. Entre los participantes también se encontraban Evaristo y Facundo Moyano Paz, Joaquín Forcinito, Marco Muñoz, Bernabé Sola, y Fabrizio Oieni, miembro del Club Andino Mercedario.
El lugar elegido para el depósito de las cenizas fue un sitio especial en la montaña, un “balcón” natural conocido como el campamento de Pircas Superior, que ofrece una vista espectacular de la cordillera y el Arroyo Turquesa. “Hicimos un pequeño hueco en el suelo pedregoso de la cordillera para contener las cenizas, y cada uno de nosotros fue depositando un poquito. Luego, tapamos todo con piedritas verdes y armamos una Apacheta con piedras rosadas”, explicó Corina.
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El acto continuó con un momento de silencio y reflexión, durante el cual el grupo leyó, en coro, una oración escrita por Paty antes de su muerte, que dejó como legado. La plegaria, llena de agradecimiento, fue una despedida emotiva que resumía el profundo amor de Paty por la vida, la montaña y el mundo que la rodeaba.
La plegaria de Paty:
“Gracias Dios mío,
Porque siempre estás conmigo,
Porque siempre te presiento a mi lado.
Gracias por dar visión profunda a mis ojos para que se maravillen con tus obras.
Gracias por los cerros que hacen estallar mi Alma de gozo y dejan exhalar de mis labios suspiros de admiración.
Gracias por los sufrimientos que me hacen comprender a los demás.
Gracias por los seres que me rodean y las flores de mi jardín.
Gracias por el Mundo y gracias por darme la dicha de habitar en él.”
Finalmente, Paty, la Guardiana del Mercedario, descansa ahora en las montañas que siempre fueron su hogar y su pasión.
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