Si está Richard, hay baile

Si está Richard, hay baile

Desde muy joven, Richard mostró una habilidad innata para la música. Era el primero en levantar la mano cuando había un acto en la escuela y se pasaba las tardes cantando frente a un espejo de su casa. Nacido y criado en Caucete, se convirtió en un ícono local gracias a su talento para transformar cualquier espacio en una pista de baile. No importa si es en un bar o una una fiesta familiar, donde está Richard, hay baile.

Richard Ruarte tiene 50 años y desde los 18 se dedica a la música. Si bien desde niño siempre fue el alma de las fiestas, fue recién a los 18 años cuando se subió a un escenario por primera vez. Al principio lo hacía con timidez. Según el mismo cuenta, cada vez que tenía un show buscaba a un locutor para que lo acompañe. “Cuando me tocaba cantar, me olvidaba de todo, pero me costaba mucho interactuar con la gente, era muy vergonzoso. Con el tiempo fui perdiendo ese miedo y ahora soy locutor y cantante”, cuenta recordando sus inicios.

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La primera vez que se subió a un escenario fue en una parrillada de la localidad Santa Rosa, en el departamento 25 de Mayo. Se llamaba Difunta Correa. “Fue terrible”, recuerda entre risas. La vergüenza y el temor de saltar de los actos escolares a cantar para ganarse la vida hicieron de las suyas con esa performance, pero fue el primer paso de una carrera llena de éxito.

El secreto de su éxito radica en la pasión y la autenticidad. Pasión que lo llevó a perseguir su sueño de vivir de la música, saltando adversidades como la de la pandemia del coronavirus, un escenario catastrófico y difícil para él, como para todos aquellos a los que las restricciones los dejaron sin la posibilidad de trabajar. Y autenticidad, por que a cada canción le pone su impronta, su chispa, lo que hace que las canciones, no importa el ritmo, te inviten a bailar.

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Richard no solo ha conquistado a los habitantes de Caucete, su talento trascendido fronteras. En 1999 participó de una fiesta en Chile, donde cantó cinco noches seguidas y en el año 2000 decidió irse al Sur, donde estuvo, entre idas y vueltas de por medio a San Juan, 12 años llevando su música a distintos bares, restaurantes y fiestas privadas.

“Me fui por la invitación de unos amigos y estuve 12 años trabajando en distintos pueblos del Sur. Tenía restaurantes que me contrataban como figura exclusiva, es decir que no podía tocar en otro lugar. Me pagaban estadía, comida y además el show. Me iba muy bien”, recuerda.

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Pero como a muchas personas, la pandemia del Covid-19 le cambió un poco los planes. En 2020, cuando estallaban los contagios, decidió volver a su Caucete natal.

“Con la pandemia no podía trabajar. Fueron momentos muy duros, pero me ayudó a abrir nuevos caminos. Durante muchos años sólo me dediqué a la cumbia y el cuarteto. Pero con el tema del Covid empecé a hacer streaming desde mi casa con “música a la carta” y dejaba un CBU para que colaboren con lo que puedan, de eso vivía. Hacía lo que la gente me pedía, ya sea cuarteto, folclore, melódico, lo que sea. Eso me permitió darme cuenta que podía hacer otras cosas y que a la gente le gustaba mucho, así que hoy en día canto de todo un poco”, comenta.

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Así nació la idea de música a la carta. Si bien tiene su repertorio armado, no se niega a los pedidos de su público. Siempre empiezo con rock, melódico, algo tranqui, y después con cumbia y cuarteto.

Richard tiene su gente. Los que lo siguen a cada lugar que va. Es que donde está Richard, hay baile y alegría asegurada. Tal como dice el título de esta nota, su música y su carisma hacen bailar a todos. Y el que no se anima a pararse, de seguro mueve los pies desde la silla. Cada mes arma su agenda y la comparte mediante su página de Facebook o por lista de difusión con sus contactos de Whatsapp.

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