Un gesto de galán y el amor eterno entre la hija de una familia rica de San Juan y su guardaespaldas
El arte ofrece una infinidad de ejemplos. Miles de películas, libros, series y canciones tratan sobre romances con protagonistas de diferentes estratos sociales y económicos. Pero en San Juan la realidad superó la ficción, con un caso ocurrido a principios del siglo pasado. La historia de amor fue protagonizada por una chica de la clase más acomodada y el guardaespaldas de su familia.
Nydia Aubone fue la única hija de Saúl Aubone y María Luisa Luraschi Graffigna, quienes contrajeron matrimonio en 1909. Los apellidos de sus padres hablan por sí solos en esta tierra. La joven fue descendiente de familias de alta alcurnia. El clan fue dueño de una importante bodega en Santa Lucía y otras propiedades de alto valor. La frutilla del postre llegó en 1922, con la construcción del chalet Aubone, ubicado en calle General Acha y actualmente considerado una de las piezas arquitectónicas más icónicas de la provincia.
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El chalet Aubone, la joya arquitectónica de Trinidad y edificio emblema de la provincia.
Por supuesto, los Aubone-Luraschi Graffigna disponían de personal de todo tipo. Entre ellos se destacaba el rol de Francisco González. El muchacho era chofer y guardaespaldas de la familia. Fue un hombre de extrema confianza de Saúl. “Nunca le falló”, dijo el historiador Gabriel Eduardo Brizuela. Siempre armado y bien vestido, acompañaba a su patrón al banco y a veces él iba solo a depositar o retirar el dinero. Alerta de spoiler: esta confianza será clave en un futuro muy cercano.
Francisco le brindaba seguridad y tranquilidad a la familia, pero la hija del matrimonio sentía algo más por este hombre. En dicha época, y sin demasiadas diferencias a la actualidad, los chicos de clase alta se casaban con las chicas de clase alta. Era una ley tácita. Toda la riqueza quedaba entre ‘pitucos’. Pero la joven hizo oídos sordos a este mandamiento, y principalmente al “qué dirán”.
El flechazo definitivo llegó en una noche de lluvia. El chalet Del Bono, donde hoy funciona el club Ausonia, fue el lugar de una escena de película. González lució sus dotes de caballero, y en medio del temporal, se quitó el saco y lo puso sobre el piso para que Nydia no se mojara los zapatos. El gesto encantó a la chica y fue el puntapié inicial para un romance eterno.
González lució sus dotes de caballero, y en medio del temporal, se quitó el saco y lo puso sobre el piso para que Nydia no se mojara los zapatos González lució sus dotes de caballero, y en medio del temporal, se quitó el saco y lo puso sobre el piso para que Nydia no se mojara los zapatos
El amorío no le generó dolores de cabeza a Saúl. “Nunca hubo un ‘no’ por parte del padre”, contó Brizuela. La confianza que le tuvo como empleado se trasladó con éxito a su rol de yerno. Sabía que su hija estaba en buenas manos. El espaldarazo fue tan grande que el poder de González tuvo un crecimiento abismal, hasta convertirse en un integrante más de la clase acomodada.
Tras un tiempo de novios, Nydia y Francisco concretaron su amor en el altar de la vieja Catedral sanjuanina. Los tortolitos dieron el “sí” el 15 de diciembre de 1932. La joven lució un vestido blanco perla con un velo larguísimo y con la cabeza cubierta, característico de los años ’20. Él arribó al templo con galera, un traje y zapatos negros junto con una camisa y pañuelo blanco. La fiesta tuvo lugar en la mítica casona de la novia. La creme sanjuanina los acompañó en la ceremonia religiosa y el festejo en el chalet Aubone, posteriormente llamado chalet González Aubone.
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Francisco y Nydia tras dar el “sí” ante el cura en la Catedral sanjuanina. Foto gentileza: Fundación Bataller.
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La fiesta del casamiento en el chalet familiar. Foto gentileza: Fundación Bataller.
El guardaespaldas, uno más del clan
La familia creció en todo sentido. Francisco y Nydia tuvieron siete hijos (Saúl, Armando, Juan Carlos, Horacio, María Luisa, María Nydia y María Verónica) y el patrimonio aumentó tras varias inversiones que se convirtieron en negocios históricos para la provincia.
Gracias al legado de don Saúl y el liderazgo de Francisco, el clan aumentó los números de bodegas y producción de vino e incursionaron en el rubro inmobiliario. Crearon el hotel más moderno de Cuyo, conocido como el City Hotel, y tras el terremoto de 1944 levantaron el Hotel Selby, el cual funciona hasta la actualidad en la esquina céntrica de Rioja y Rivadavia.
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El Hotel Selby continúa a cargo de la familia González Aubone.
También fueron celebridades destacadas de la primera mitad del siglo XX, y no únicamente por la fortuna familiar. Son conocidos los actos benéficos tras la catástrofe sanjuanina, cuando albergaron a los sobrevivientes en sus propiedades. Además, colaboraron con obras de bien público y donaron el terreno para el colegio María Auxiliadora. Durante ese lapso, Francisco se dedicó a la política y fue concejal capitalino.
El regalo de Francisco a Nydia
Luego del terremoto, González adquirió varios elementos de la Catedral, aquel lugar donde decidieron unir sus caminos por siempre. Según el testimonio de Brizuela, en 1944 el marido compró una camionada de revoque y las cúpulas de latón de las torres del templo. Todo fue un obsequio para su amada.
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