La primavera de las emociones: cómo la estación del renacimiento nos invita a renovarnos
La llegada de la tan esperada estación de las flores y los bellos aromas produce, junto al alejamiento de los días grises y fríos del invierno, mayor intensidad lumínica, mayor temperatura, mayor cantidad de horas de sol y variaciones de los niveles de humedad y presión atmosférica, factores que alteran los ritmos circadianos, ciclos o biorritmos que tenemos los seres vivos y nos preparan para el día y la noche.
Hay quienes los asimilan con facilidad y otros se adaptan más lentamente. En algunas personas se eleva el humor y en otras se altera y esto es debido en gran parte a la glándula pineal que en presencia de la luz solar segrega melatonina que regula el sueño, la cantidad de horas que estamos despiertos y la luz llega a esta glándula a través de los ojos y la piel.
- Para unos es euforia.
Existe un alto grupo de personas que con la llegada de la primavera aumenta su estado de ánimo. Se sienten más vivos/as, positivos/as y alegres que nunca. Ven la vida de un modo distinto, como con otro color. Comienzan a tener muchas más ganas de hacer cosas, debido a la energía que se impregna en su cuerpo. Las temperaturas más agradables invitan a estar mucho más tiempo en la calle y quedar con más personas. Dedican menos tiempo a dormir y suman más ratos de ocio a sus vidas. Incluso sienten que es mucho más sencillo relacionarse con otra gente y abrirse a nuevas relaciones y experiencias.
Todo esto tiene una explicación claramente hormonal. Con la llegada de la primavera nos sentimos “alterados” ya que esta favorece la liberación de serotonina, dopamina, oxitocina o la noradrenalina. Todas estas hormonas están relacionadas con la felicidad, el estado de ánimo, el placer o el alivio del estrés. Su producción en mayor cantidad en algunas personas hace que, lógicamente, se sientan más vitales y con un grado mayor de felicidad que en la estación invernal que le precede.
- Para otros es depresión o Astenia primaveral.
Lo que para algunos es una ventaja, se constituye para otros en un grave problema que afecta a aquellos que tienen dificultad para relacionarse como por ejemplo los que padecen fobia social o los tímidos e inseguros acomplejados con su propio cuerpo, y que al llevar menor cantidad de ropa y quedar más expuestos, aumentan su padecimiento, lo mismo que en pacientes que padecen agorafobia, o temor a los espacios abiertos.
También tenemos que hablar de las personas que padecen la llamada “depresión o astenia primaveral”, que es trastorno leve y pasajero que se da cuando nuestro cuerpo no se adapta correctamente a los cambios de estación y que se popularizó más por el contraste entre un individuo decaído y un entorno natural exultante.
Estudios de distintas universidades señalan que una de cada 10 personas la sufre en mayor o menor grado y que se da más en mujeres que en hombres. Está caracterizada por agotamiento físico, cansancio profundo y falta de energía para realizar actividades cotidianas. Aunque también puede haber disminución del apetito y el sueño.
¿Cómo vamos a recuperar el equilibrio?
Para restablecer nuestro orden y buscar nuestra estabilidad emocional debemos trabajar estos conceptos:
- Ser más regulares, sobre todo en lo que se refiere a horarios de comida y sueño.
- Adaptar la dieta con productos de la temporada. Especialmente, escoger aquellos con menos calorías y decantarse por verduras y frutas.
- Tener una rutina del sueño. La astenia primaveral afecta a la secreción de melatonina –la hormona que produce el sueño– y puede ocasionar alteraciones. Para que sea tan reparador como queremos, es importante mantener un número de horas, cenar pronto para hacer la digestión con tiempo e irse a la cama sin móviles u otras tecnologías cerca que puedan alterar el descanso.
- Practicar ejercicio físico moderado para acelerar el proceso de adaptación, liberar el estrés y que el sueño sea más completo.
- La hidratación es muy importante, porque con la elevación de las temperaturas se suda más y el organismo necesita más líquidos.
- No tomar vitaminas. Si la dieta es adecuada, tu cuerpo tendrá las vitaminas necesarias así que, ¿por qué recurrir a una ingesta diaria de éstas? El exceso de ciertas vitaminas tampoco es positivo.
Como podrás observar, las emociones en primavera pueden ser muy distintas. Sean como sean, saber gestionarlas siempre nos va ayudar a encontrar el equilibrio en nuestras vidas con idea de estar mucho más conscientes y fijar nuestros objetivos desde el ahora y no desde los impulsos.
Por eso, no es recomendable tomar decisiones a largo plazo cuando las emociones están en plena ebullición, y a flor de piel. Aprendamos a escuchar nuestras necesidades, atendámoslas, y tengamos siempre muy presente que es muy importante que expreses tus emociones y no las encapsules en tu interior.
Por último, recuerda disfrutar de las oportunidades que surgen con estos cambios, de manera que puedas emplear la empatía y la tolerancia para evitar los conflictos, ya que todos los que te rodean están pasando por la misma situación cambiante. Pon tu brújula emocional apuntando hacia la felicidad y deja que todo fluya a tu alrededor.
Escrito por: Carlos Fernández. Coach y psicólogo.
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