La historia de Bigotes, una parrillada con 35 años de antigüedad que decidió cerrar sus puertas en San Juan

La historia de Bigotes, una parrillada con 35 años de antigüedad que decidió cerrar sus puertas en San Juan

Luego de 35 años sirviendo a las familias sanjuaninas, la parrillada Bigotes decidió cerrar sus puertas. Durante más de tres décadas fue una de las favoritas en la provincia, sobrevivió a la pandemia y también recibió 300 chicos por mes para darles de comer gratis. Gimena Martinazzo, hija de su fundador Carlos Víctor Martinazzo, fue quien se hizo cargo del negocio familiar y contó por qué tomaron la decisión de cerrarlo.

“Es básicamente una cuestión de edades. Haber trabajado 35 años y viene un importante cambio de época pero, sobre todo, porque evaluábamos con mi papá el tema de la noche, la familia y compartir más. Mientras todos estaban disfrutando nosotros trabajábamos, se cumplió un ciclo y se me hacía muy difícil continuar con un negocio de noche”, explicó Gimena a Tiempo de San Juan.

Es que Carlos ya tiene 73 años y mantener el ritmo sacrificado que implica el rubro gastronómico se hacía muy difícil, sin embargo, según su hija “se resistió mucho, no quería cerrar”.

Ahora, el lugar donde funcionaba (Las Heras 641 Sur) fue puesto en alquiler por la familia Martinazzo y funciona ahí otra parrillada llamada Marti. “Esta nueva parrillada está desde el 1 de febrero, nos pidieron asesoramiento por nuestra experiencia y estamos a disposición. A nuestros clientes también les hemos avisado”, remarcó Gimena.

Bigotes, un negocio familiar donde que dio de comer a 300 chicos por mes durante 30 años

Para Carlos Martinazzo hacer dinero no era todo y por eso encaró, junto a su familia, una actividad solidaria que se sostuvo hasta la pandemia y que por mes alimentaba gratis a 300 chicos de distintas zonas vulnerables de la provincia.

En sus inicios, y cuando aún estaba ubicada en lo que hoy es el estacionamiento del Centro Cívico, comenzó la movida solidaria de los Martinazzo que incluía parrillada, gaseosas y helados para todos los asistentes.

“Algo lindo que hizo mi papá con mi abuela fue el trabajo social. Ellos invitaban a 300 chicos por mes a comer a la parrilla gratis. Eran de distintos puntos de la provincia. Al principio colaboraban mucho los proveedores y después ya no tanto pero se trabajaba mucho con las Madres de la Merced porque de esa iglesia formaba parte mi abuela. Hacían tejidos y siempre los chicos se iban con algún regalito”, recordó Gimena.

En una oportunidad, sus almuerzos solidarios se hicieron tan importantes que Bigotes llegó hasta a hacer un almuerzo en el Estadio Aldo Cantoni, al que asistieron 10 mil chicos y chicas de todo San Juan y donde se rifaron bicicletas y diferentes premios.

“Otra cosa que hacía mi papá para sus cumpleaños, que eran multitudinarios, era que en lugar de regalo le pedía a los invitados una caja de leche en polvo. Después las donaban para chicos de comedores y merenderos”, relató Gimena.

Hoy, Carlos se dedica a su familia y a sus nietos, aunque su hija reconoce que ni bien cerraron “él ya se quería abrir otro negocio de pachatas” porque esa parrillada, famosa por su matambre al roquefort, fue su vida entera y también la de su familia.

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